EL VINO TINTO


DAME TU MANO

Eran las 10:45p.m., la calle estaba a oscuras, solo la luna iluminaba la zona, una bella joven caminaba con paso apresurado, había salido tarde del trabajo y no quería llegar muy noche a casa, iba sin mirar a ningún lado que no fuera la calle de frente, se sentía algo inquieta, ya era noche y le daba miedo caminar sola por las calles a esas horas. En un impulso de inercia, la joven giró la cabeza a su lado izquierdo y pudo notar a un hombre en el suelo, parecía haber sufrido un accidente, la chica se detuvo en seco cuando lo miró, dudo en acercarse, pensó por unos momentos que se trataba de un vagabundo que se había embriagado y se había quedado dormido en la calle, caminó lentamente esperando que no la viera el sujeto, volteo nuevamente su mirada hacia aquel hombre, entonces pensó que podría ser un simple hombre que necesitaba ayuda, su cabeza le decía que siguiera su camino y se olvidara del asunto, pero no pudo contener el impulso de ayudar a aquel desdichado sujeto.
–Disculpe–, dijo la joven con suavidad, –¿Necesita ayuda?–, continuó la chica.
–Sí, necesito ayuda, tengo que verla–, respondió el hombre, con voz grave.
–¿Verla? –, preguntó la chica, mientras se acercaba lento hacia él, –¿A quién necesita ver, es algún familiar suyo?, yo podría ayudarlo–, la joven se acerco hasta estar a un metro de distancia del tipo.
–Debo darle mi presente, necesito verla–, mencionaba el hombre con algo de ansiedad.
–Está bien, pero dígame, si puedo ayudarle, ¿necesita que llame a alguien por usted?–, preguntó la chica intentando ver el rostro del hombre, este comenzó a levantarse y ella retrocedió un poco algo nerviosa.

El hombre se incorporó completamente, vestía un pantalón de mezclilla color gris claro, tenis negros, una chaqueta color negro con capucha y unos guantes de piel negros, tenía la capucha puesta y su rostro apenas se distinguía, alzó la cara para fijar la mirada sobre aquella joven, ella se sintió asustada, el tipo comenzó a avanzar lento hacia ella, de igual manera ella retrocedía lentamente para alejarse de él, de pronto escuchó que el hombre pronuncio una frase.
–Dame tu mano y permíteme demostrarte cuanto te deseo–, el tipo llevo su mano derecha al interior de la chaqueta, buscando algo en el bolsillo.
–Permíteme hacerte el amor–, el sujeto saco de su bolsillo un pequeño pedazo de papel, la joven sintió que todo había sido una broma, pues se imaginó que en el pedazo de papel tenia anotado el número de la persona que necesitaba ver y se lo daría para que le ayudara a llamarla.

La joven se detuvo y dio un suspiro, mientras relajaba los hombros bajándolos despacio.
–En verdad me asusto señor–, dijo la joven con una sonrisa, –Por un momento me había imaginado que me asaltaría o peor–, continuó la joven mientras se acerco a tomar el papel, el hombre se lo entregó y llevó su mano derecha hacia su espalda baja.
–¡Veamos!–, dijo la chica, mientras desdoblaba el papel, –¿A quién hay que llamar?–, continuó diciendo, mientras se daba la vuelta para alumbrar el papel con la luz de la luna y poder leer el número telefónico. De pronto, el hombre saco un cuchillo tipo militar que llevaba en un porta cuchillo en la espalda como si fuera una faja, y se acercó lentamente a la joven. La inocente chica miró el papel y sus ojos se abrieron y llenaron de asombro, el papel no contenía ningún número telefónico, solo estaba escrito en él la frase que había mencionado el hombre. En un movimiento rápido el tipo la tomó por detrás tapando su boca con la mano y la apretó fuertemente con el brazo, la joven intentó soltarse de su agresor, pero no pudo, lentamente el tipo paso el cuchillo sobre la garganta de la chica, un chorro de sangre comenzó a brotar, mientras el hombre susurraba cosas al oído de la joven, quien a su vez sucumbía lentamente a la falta de energía y caía rendida a los brazos de la muerte, acto seguido el tipo  sacó una pequeña copa y la llenó con la sangre que brotaba de  la garganta de la pobre chica, cual dejo de respirar en cuestión de segundos.
Lentamente dejo el cuerpo sin vida de la chica en el suelo, se acerco a ella y sus ojos se llenaron de un brillo espontaneo, parecía que veía a alguien más con ellos, una risa se formo en su rostro y tomo el pedazo de papel de las manos de la chica, con cuidado abrió la herida de su garganta e introdujo aquel papel lo más profundo que pudo, se quedo sentado unos minutos junto al cadáver mientras su mirada se fijaba hacia el vacio de la calle, era como si él fuera el único capaz de ver a alguien más partir del lugar. Apoyando el brazo izquierdo sobre el suelo, el sujeto se levante lentamente, se sacudió el polvo de los guantes y pantalón, guardó su cuchillo, lo cubrió con la chaqueta y se marcho del lugar, dejando una desafortunada chica, muerta y en total soledad.

De pronto escuchó que alguien le gritaba, mientras él se alejaba lentamente de la escena del crimen, un despreocupado hombrecillo de no más de treinta y cinco años venia de camino a casa, después de haber asistido a la fiesta de un amigo que vivía cerca de la zona, el hombrecillo lo alcanzo a ver mientras el tipo se alejaba y por eso fue que le grito.
–¡Oye!, ayúdame con esta chica, creo que necesita atención, ¡Oye!–, sin embargo el tipo no hizo caso y siguió caminando, sin mirar atrás. El hombrecillo se acerco al cuerpo de la chica, le hablo para comprobar que estaba consciente, pero la mujer no respondía.
–Oiga, se encuentra bien, disculpe, señorita–, la joven no respondía y el hombrecillo decidió alza su cabeza un poco para ver su rostro, de pronto noto un horrible espectáculo, pues la garganta de esa chica estaba abierta y desangrada, entonces pudo apreciar el charco de sangre que se encontraba debajo de ella.
–Ay no, ay no, no puede ser, ¡Esto, esto, no puede ser!–¸ el hombrecillo se incorporó y sintió que la cabeza le daba vueltas, trató de calmarse, pero no pudo, rápidamente entró en pánico y comenzó a gritar desesperado.
–Ayuda, que alguien llame a la policía, ayuda, han asesinado a una persona–, varios vecinos escucharon los gritos del hombre y salieron a ver lo que ocurría, vieron que estaba totalmente en shock y trataron de calmarlo.
–Tranquilízate hombre, ya llamaron a las autoridades, debes de calmarte–, le decía uno de los vecinos al hombrecillo.
–Es que, es que, esto no puede ser, esa pobre chica, no puede ser…–, el hombre comenzó a soltar el llanto sin poder tranquilizarse. Después de eso llegaron las autoridades, forenses, paramédicos y un par de detectives que investigaban crímenes de homicidio y asesinatos en serie.
Eran las 11:24p.m., en una banqueta, dentro de la estación del tren, ya hacia un hombre sentado, suspirando y con una sonrisa formada en su rostro, con los ojos cerrados y los brazos cruzados, abrazándose a sí mismo, se escucho el sonido del tren que se acercaba dentro del túnel, el hombre se levanto de la banca y espero tranquilamente a que el tren detuviera su marcha, se abrieron las puertas del vagón frente a él, la gente salía sin prestar la mínima atención a aquel hombre parado a un costado de la puerta, esperando que todos los pasajeros que tenían que bajar lo hicieran para poder entrar. El vagón del tren quedo casi vacío debido a que el tráfico peatonal era minino y a esa hora, casi no había gente tomando el transporte suburbano, aquel hombre se sentó en una de la bancas del vagón y se recargó hacia atrás, para colocar su cabeza sobre el asiento, y con un leve suspiro volvió a sonreír, recordando su aventura nocturna, las puestas se cerraron y el tren emprendió la marcha en dirección a la siguiente estación.

El tren se detuvo en la estación esperada, se abrieron las puertas del vagón, solo salió una persona de él, los demás se quedaron sentados a que el tren siguiera su camino, el hombre salió de la estación del tren, caminó unas cuadras hasta llegar a un edifico, entro y subió hasta el tercer piso, caso una llave de uno de los bolsillos delanteros de la chaqueta para abrir, al entrar se dejo caer sobre un pequeño sillón de su sala y se recostó completamente a lo largo del mueble, soltó una pequeña carcajada y su mirada reflejaba euforia, se quitó la capucha de la cabeza y coloco una mano sobre su frente mientras reía.
–Otra noche más, otra noche más que la he visto–, decía sin dejar de reír, –De nuevo una noche más, siento que cada vez estoy más cerca de conquistarla–, continuó diciendo mientras se incorporaba sobre el sillón, –Estoy seguro de que pronto me aceptaras, mi bella dama–, se levantó del sillón y se dirigió a su habitación, el lugar estaba totalmente a oscuras, solo lo iluminaba un rayo de luz de luna a través de la ventana, en su pared había recortes de periódicos, que redactaban los crímenes que había cometido, y en el centro de todo tenía un dibujo en una hoja de un metro de alto, el dibujo era de una mujer, dibujada con carbon a detalle y con rasgos muy finos, debajo del dibujo había una leyenda que decía, “Bella Muerte”.
–No falta mucho para que aceptes mi invitación–, comenzó a decir, –Pronto, muy pronto, estoy seguro de que vas a venir a mi–, se colocó frente al dibujo y con su mano derecha, recorrió la imagen de arriba hacia abajo suave y lentamente.
–Estoy seguro de que pronto aceptaras a tu fiel mozo–, le decía al dibujo como si este pudiera escucharlo. Llevaba ya más de veinte victimas, de las cuales a partir de la doceava comenzó a escribir pequeños pedazos de poema, un poema dedicado a su amor más grande, la muerte.
–¿Te gusto el sabor del vino de esta noche?–, pregunto al dibujo, –Espero que sí, lo escogí especialmente para ti–, una sonrisa se formó en su rostro mientras decía esas palabras. Se recostó en la cama y llevó sus manos debajo de su cabeza para recargarse sobre ellas, tenía la pierna derecha doblada formando una punta en dirección al techo y la pierna izquierda extendida sobre el colchón, suspiro profundo y cerró los ojos, poco a poco sintió como el sueño se apoderaba de él.
–Ya casi, ya casi, es cuestión de esperar un poco mas–, decía mientras caía en un sueño profundo, –Estoy seguro de que pronto me amaras también–, giró su cabeza hacia la izquierda, quedando completamente dormido y teniendo la imágen de aquella mujer en sus pensamientos, soñando que bailaba con ella en un campo bajo la luz de la luna llena.



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